viernes, 28 de febrero de 2014

De la teoría a la práctica


Uno de los principales problemas que afectan hoy al empresario PyME es la falta de información adecuada y de recetas prácticas para poder implementar una variada gama de conceptos modernos que contribuirían a la mejora de sus resultados.

Lejos estamos de pretender obviar las graves consecuencias que las actuales políticas económicas están produciendo en este sector, pero también es cierto que no se encuentra a nuestro alcance la posibilidad de solucionar las condiciones del contexto.

Solamente nos queda la alternativa de adaptarnos lo más rápido y eficazmente posible, y entones aguardar con optimismo las alternativas que el nuevo escenario económico nos platee.

En este proceso de adaptación va a ser necesario usar metodologías innovadoras y modernas en el manejo de la dirección empresaria, puesto que nos encontramos ante fuerzas hostiles que no perdonan en lo más mínimo el error que cometemos.

Hoy en día el empresario PyME se encuentra carente de conocimientos acerca de conceptos como: Administración Estratégica, Calidad Total, Tablero de Comando, etc. y más aún en lo que respecta a la puesta en práctica de los mismos.  No debemos olvidar que el poder comenzar a dominar estos conceptos y ponerlos en práctica rápidamente nos posicionaría en un espacio diferente respecto de aquellos competidores que continúen improvisando en su accionar cotidiano y pretendan intuir el futuro comportamiento del mercado en que operan. 

La mayoría del empresariado argentino, se valió en los últimos años de una herramienta muy popular y peligrosa para dirigir su organización: “la intuición unida a la improvisación.” Herramienta esta última muy útil (en algunas épocas) pero poco recomendable para tomarla como política.

La intuición de algunos empresarios y su avidez de improvisar en la toma de algunas decisiones, permitieron a los más avezados sortear la presión fiscal, sobrevivir al proceso de importaciones, sortear su ecuación de costos crecientes, etc.

La realidad actual nos indica que la intuición ligada a la capacidad de improvisación ya no es suficiente, y entonces se hace necesario tratar de buscar una nueva y objetiva solución al problema. Llegó el momento en que los empresarios intuitivos que hasta hoy han triunfado o subsistido se pregunten; ¿con qué objetivo seguimos luchando día a día?

El que ya tiene su respuesta es porque al intuir e improvisar lo hizo con uno o más objetivos definidos, en cambio los otros lo hicieron por el solo hecho de permanecer activos y seguir en una carrera sin sentido. 

Para el primer caso (los que tienen una respuesta), si logran ordenar esos objetivos y son capaces de transmitirlos a su grupo de trabajo, van a poder darse cuenta cuánto más tranquilizador y alentadora se vuelve la tarea de dirigir y administrar una empresa partiendo del planteo de establecer una Estrategia Empresaria.

Para el segundo caso “hasta el más osado marinero necesita consultar sus cartas de navegación u observar con detenimiento las estrellas para llegar a buen puerto”.

Nunca es tarde para detenernos a observar nuestro entorno, establecer una ruta y fijar “el puerto” hacia donde queremos navegar.

Sólo así, nuestras esperanzas se renovarán y podremos esperar “al fin del viaje” cumplir nuestro objetivo. Para cambiar esta forma de administrar nuestra empresa y poder competir, debemos considerar que cuanto antes debemos elaborar nuestra Estrategia Empresaria y plantear los instrumentos de control necesarios para monitorear la evolución de esa Estrategia.

Debemos tener en cuenta que cualquier empresario puede y debe diseñar su Estrategia de Acción. Y esto no es tarea difícil, por el contrario, cuanto más pequeña es la empresa, más fácil se hace el diseño y más acotados son los procedimientos que permiten controlar la evolución. 

Lo importante es proponérselo y comenzar “con el primer paso”.



Por Andreina Gonzalez Ettedgui

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