En
el planeta tierra, una nueva especie de aspecto humanoide irrumpe con fuerza en
las economías desarrolladas y en vías de desarrollo del planeta tierra.
Esta nueva raza, es amparada, protegida y
alentada en espíritu, para generar nuevas ideas, nuevos proyectos y en lo
posible, con el apellido de “innovadores”.
Lo cierto, es que esta especie de androide movido por la ambición, habitualmente tiene una muerte triste y en soledad.
Pareciera que el ímpetu impuesto para su proliferación fuera un espejismo, o al menos, una carnada fresca ante la desesperación y anhelos exuberantes por lograr el éxito y el reconocimiento. El espíritu de este humanoide, es libre, soñador y con elevados niveles de ilusión, constantemente apuñalada por la poca sintonía con el mundo que le rodea.
El mundo real, donde vivimos físicamente, incluido este humanoide, está compuesto por varias especies y subespecies de seres que conforman familias, villas, pueblos, ciudades, países, continentes, pero un solo planeta. Es allí donde interactúa y de desenvuelve.
El espíritu que regenta este humanoide, se forja por varias fuentes, las más comunes son la adversidad y la imitación. Cuando aflora por vía de la adversidad, la meta fundamentalmente es sobrevivir a través de la creatividad, iniciativa y lucha constante, y cuando nace por imitación, la meta es ser y hacer lo mismo que el más top de los humanoides. Hoy, regalan dinero para ponerse el título de emprendedor. Esto ha generado un boom de “emprendimiento” imitativo.
En el planeta donde el emprendimiento está de moda, hay muchos emprendedores cortados por la misma tijera, que desde la óptica de la inversión son fácilmente catalogables, como por ejemplo, el emprendedor científico o de laboratorio, el emprendedor que siempre quiso ser emprendedor, y el emprendedor que no tiene conciencia de serlo. Estos subgrupos, podrían ser motivo de un artículo de taxonomía, pero me gustaría concentrar la atención en ese emprendedor que no tiene conciencia que es emprendedor, pero que emprende cada segundo de su vida.
Este emprendedor inconsciente, es aquel que no sabe hacer otra cosa que no sea luchar. Para ponerle el título de emprendedor inconsciente Premium, debe tener algún título profesional, pero para llamarlo EMPRENDEDATOR, debe tener cicatrices en cada uno de los planos de la vida, capaces de cubrir con una piel gruesa el constante apaleo y vaivén entre la frustración y la felicidad. Para este emprendedor de piel curtida y temple de acero, no le hace falta dinero para emprender. Sus sueños son tan nítidos que no le queda más remedio que ir en búsqueda de ellos a paso firme.
He visto EMPRENDEDATORS repartidos por el mundo, algunos que sin tener manos tocan guitarra y que sin tener una gran visión, son capaces de ver bajo el agua. Habitualmente, hablan un lenguaje común, el lenguaje de la intuición y puedes encontrarlos en lugares poco habituales y algo exóticos.
Hace poco me tope con uno en el desierto del Sinaí, porque para él era el mejor lugar del mundo para cultivar peces, pero donde me he topado con muchos, es en la luna!, ahí solemos estar todos en algún momento del día o de la noche.
Lo cierto, es que esta especie de androide movido por la ambición, habitualmente tiene una muerte triste y en soledad.
Pareciera que el ímpetu impuesto para su proliferación fuera un espejismo, o al menos, una carnada fresca ante la desesperación y anhelos exuberantes por lograr el éxito y el reconocimiento. El espíritu de este humanoide, es libre, soñador y con elevados niveles de ilusión, constantemente apuñalada por la poca sintonía con el mundo que le rodea.
El mundo real, donde vivimos físicamente, incluido este humanoide, está compuesto por varias especies y subespecies de seres que conforman familias, villas, pueblos, ciudades, países, continentes, pero un solo planeta. Es allí donde interactúa y de desenvuelve.
El espíritu que regenta este humanoide, se forja por varias fuentes, las más comunes son la adversidad y la imitación. Cuando aflora por vía de la adversidad, la meta fundamentalmente es sobrevivir a través de la creatividad, iniciativa y lucha constante, y cuando nace por imitación, la meta es ser y hacer lo mismo que el más top de los humanoides. Hoy, regalan dinero para ponerse el título de emprendedor. Esto ha generado un boom de “emprendimiento” imitativo.
En el planeta donde el emprendimiento está de moda, hay muchos emprendedores cortados por la misma tijera, que desde la óptica de la inversión son fácilmente catalogables, como por ejemplo, el emprendedor científico o de laboratorio, el emprendedor que siempre quiso ser emprendedor, y el emprendedor que no tiene conciencia de serlo. Estos subgrupos, podrían ser motivo de un artículo de taxonomía, pero me gustaría concentrar la atención en ese emprendedor que no tiene conciencia que es emprendedor, pero que emprende cada segundo de su vida.
Este emprendedor inconsciente, es aquel que no sabe hacer otra cosa que no sea luchar. Para ponerle el título de emprendedor inconsciente Premium, debe tener algún título profesional, pero para llamarlo EMPRENDEDATOR, debe tener cicatrices en cada uno de los planos de la vida, capaces de cubrir con una piel gruesa el constante apaleo y vaivén entre la frustración y la felicidad. Para este emprendedor de piel curtida y temple de acero, no le hace falta dinero para emprender. Sus sueños son tan nítidos que no le queda más remedio que ir en búsqueda de ellos a paso firme.
He visto EMPRENDEDATORS repartidos por el mundo, algunos que sin tener manos tocan guitarra y que sin tener una gran visión, son capaces de ver bajo el agua. Habitualmente, hablan un lenguaje común, el lenguaje de la intuición y puedes encontrarlos en lugares poco habituales y algo exóticos.
Hace poco me tope con uno en el desierto del Sinaí, porque para él era el mejor lugar del mundo para cultivar peces, pero donde me he topado con muchos, es en la luna!, ahí solemos estar todos en algún momento del día o de la noche.
Por
Aarón Golzman
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